El estreno
El pasado 8 de mayo se alzó por fin el telón y con él, echaron a volar un montón de sueños. Como demuestran las fantásticas fotografías del estreno realizadas por Ana Mauna para Seronda Estudio de Fotografía, y las no menos espectaculares realizadas por Juan Antonio Grillo durante el ensayo general del día 7, la magia inundó el teatro Carolina Coronado. Y ha llegado para quedarse.
Pero la magia empezó mucho antes. Justo un año antes del ensayo general, comenzaron los castings de personajes y bailarines. E incluso antes de esa fecha, ya había un equipo de once profesores (al que luego se incorporarían dos más) organizando, ideando, maquinando… La locomotora de los sueños se había puesto en marcha y ha sido imparable. Desde entonces, Oniria ha ido creciendo, generando ilusión, fantasía y ganando adeptos, con la única excepción de nuestra querida compañera María José Balsera, que tuvo que abandonar el proyecto por motivos profesionales. Gracias María José, por tu entrega y eterna sonrisa.
123 son las personas que participan en este musical. Para ellos y ellas, 123 millones de gracias. Para los músicos de la orquesta, el coro, los cuatro cuerpos de baile, para cada uno de los protagonistas de los dos elencos, para el equipo de profesores y asesores…
Pero muy especialmente, quiero dar 123 millones de gracias a los padres y madres de los participantes de Oniria, participantes directos algunos de ellos también. Gracias no sólo por confiar en nosotros para la educación de vuestros hijos, sino también por la ilusión y trabajo que habéis invertido en este proyecto.
Los padres y madres se han encargado del vestuario, peluquería, maquillaje, atrezzo, y un sinfín de cosas más, sin las cuales, hubiera sido imposible llevar a buen puerto esta locura de empresa. Me gusta pensar que de alguna manera, Oniria ha cumplido alguno de sus sueños: el sueño de, siendo adolescentes o jóvenes, haber podido participar en algo parecido a esto que estamos haciendo ahora; de haber protagonizado un mundo de ilusión y fantasía y compartirlo con los demás. Y que ahora, a través de sus hijos e hijas, e incluso a través de su participación directa en escena, están cumpliendo ese sueño. No hay más que ver sus caras radiantes y sus ojos húmedos para darse cuenta de esa felicidad que están experimentando. Y me siento muy orgulloso de haber puesto un pequeño grano de arena en su felicidad, porque con ese pequeño grano, he conseguido a cambio 123 millones de granos de gratitud. Todo un desierto de arena repleto de felicidad que me acompaña las 24 horas del día desde el estreno.
Oniria no ha hecho más que empezar. Tiene todavía un largo recorrido por delante. Pero llegará un día en el que se bajará el telón y no sabremos si se alzará alguna vez más. Muchos echarán de menos los ensayos, los nervios de la representación, a los padres y madres con las pruebas de vestuario y mejoras de los atrezzos…
Muchos echarán todo eso de menos, pero yo no. Nunca lo echaré de menos porque siempre estará conmigo, y no se puede echar de menos algo que ya forma parte de uno. Me bastará con cerrar los ojos y ver a todos otra vez, creando fantasía e ilusión, porque una vez que encuentras la llave y cruzas el umbral de Oniria, no hay vuelta atrás.
O como dice Ana: «cuando uno cree, las hadas siempre le acompañan… o las limbis»
Óscar López Plaza
Momentos previos: maquillaje y vestuario
Músicos de la orquesta y el coro
Representación
Saludos